Entrevistamos a Hector J. Castro autor de la saga El Siglo de Acero. Tras la publicación de Peones y Damas, la primera novela, publica “El Asedio de Haarlem”, segunda parte en la que la acción se mueve a las Guerras de Flandes.
- ¿Por qué elegiste esta parte de nuestra historia?
Cuando a la mayoría de la gente le hablas del siglo de Oro, los tercios y demás, enseguida piensan en el Capitán Alatriste, y ésa era ya una época crepuscular. En cambio, la segunda mitad del siglo XVI fue el cénit de los tercios, con genios militares como el duque de Alba y Alejandro Farnesio, y soldados legendarios como Cristóbal de Mondragón o Francisco Verdugo. Además el siglo XVI todavía conservaba un toque medieval que ya se perdió del todo a mediados del XVII. Aún podían encontrarse cargas de caballería pesada, lanza en ristre, junto a arcabuces y mosquetes; fue también el inicio de las batallas navales con galeones… El mundo estaba cambiando y con él el arte de la guerra, por supuesto.
- ¿Están tus personajes basados en personajes históricos?
En El Siglo de Acero cada personaje es un mundo. Hay algunos que ya son históricos de verdad: Julian Romero, el Duque de Alba, Felipe II o la princesa de Éboli, y para reconstruirlos tuve que leer biografías, crónicas y correspondencia de la época. Los ficticios depende, los hay que están basados en personajes históricos y los hay que están basados en personajes de películas, otros libros o incluso gente que yo conozco, de mi entorno.
Para Martín de la Vega, el protagonista, me fijé mucho en el capitán Alonso de Contreras y el problemático soldado Miguel de Castro, ambos personajes históricos que dejaron crónica escrita de su paso por la milicia, pero también saqué mucho del Don Juan Tenorio de Zorilla y de Clint Eastwood en la Trilogía del Dollar. Para el personaje de Martín me interesaba retratar a ese soldado español altanero, irascible y aventurero, noble a la vez que apicarado, siempre dispuesto a mezclarse en amores y desafíos, pero también siempre puntual a la hora de servir al rey.
En el caso de Lorenzo Leone, el oscuro mercenario veneciano de la primera entrega, que es uno de los personajes que más redondos me han quedado y uno de los favoritos de los lectores, me basé mucho en Johnny Ringo, el papel de Gregory Peck en la película El Pistolero. Como ves, la inspiración a la hora de crear a los personaje llega de fuentes muy variadas.
- ¿Cuáles son tus referentes literarios?
Tres libros esenciales para mí y que me han influido enormemente a la hora de escribir son: El Señor de los Anillos de J.R.R.Tolkien, El Capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte, y Los Miserables de Victor Hugo. Pero también tienen mucho que ver lo Comics y, en especial, los juegos de Rol. He sido jugador toda la vida y esa creatividad que te aporta el Rol, esa visión a la hora de construir tramas y personajes, ahora la proyecto en las novelas.
- ¿Cómo es el proceso de documentación? ¿Te ha sorprendido algún dato o alguna coincidencia?
Aunque las novelas de El Siglo de Acero tengan esa aparente sencillez de “novela de aventuras” detrás se esconde mucha, pero mucha documentación. Primero siempre intento ir a fuentes primarias. Crónicas de la época, fascímiles, autobiografías de soldados… En ese sentido tuve mucha suerte ya que hay varias muy buenas y completas, como la de Bernardino de Mendoza, Alonso Vázquez, El duque de Osuna, o el anteriormente citado Alonso de Contreras. También suelo buscar relatos costumbristas. Me interesa saber cosas cotidianas: qué desayunaban, cómo amueblaban sus casas, los pleitos que tenían con sus vecinos…
Y sí, te encuentras un montón de datos curiosos. En especial en lo relacionado a la mentalidad de la época. Muy distinta a la nuestra. Su manera de ver el mundo, la vida y la muerte. Esa gente convivía de manera natural con la violencia porque para muchos era el único modo de vivir. La vida cotidiana estaba supeditada a la religión. Eso que nos quieren colar ahora para conectar con el público actual del soldado ateo, descreído, eso no existía. Rezaban con devoción. Luego pecaban con la misma devoción, es cierto, pero son las paradojas de la época; ellos siempre creían que Dios estaba de su parte. Y más los españoles, que eran los paladines de la Cristiandad.
Un dato curioso por ejemplo del asedio de Haarlem, fue que a las mujeres que ayudaron a los rebeldes, como castigo les recortaron las faldas y las hicieron desfilar con las piernas desnudas. Hoy nos parece una tontería; pero en la época ése fue su castigo. Y ellas llorando de vergüenza.
- Eres aficionado al modelismo de figuras y los dioramas históricos. ¿Te ha ayudado a diseñar personajes o a crear los ambientes de tus novelas?
Sí, por supuesto. A la vez que me documentaba para las novelas, lo hacía para el diorama que estoy construyendo sobre la batalla de Jemmingen. Así que fue totalmente complementario. Las figuras siempre te dan una visión plástica a la hora de describir, y te fijas en detalles que de otra manera no te habrías fijado.
El Asedio de Haarlem adquiérela en la Tienda de los Tercios
- ¿Qué nos puedes decir de las ilustraciones? Son preciosas, casi de cómic.
Con las ilustraciones quería que fuesen exclusivas de El Siglo de Acero. Que enseguida se relacionaran las ilustraciones con la obra. Así que contacté con Nacho Tenorio y Sergio Mora, de Third Guy Studio, porque les vi un estilo perfecto para lo que yo quería hacer: un libro con personalidad propia que mezclara Historia con acción y aventura, atractivo también para el público juvenil, y que tuviese algo original y diferente a lo que ya existía. Creo que hemos hecho un gran trabajo, y que texto e ilustraciones se unen a la perfección. Esta saga tiene un estilo más visual y descriptivo que lo acostumbrado en la novela clásica, y los dibujos realzan ese estilo, con su curiosa mezcla entre la novela gráfica histórica y cómics como La Espada Salvaje de Conan o Berserk. En especial me gusta cómo han retratado a la pareja protagonista, Martín de la Vega y Alfonso el Portugués. Son tal cual los tenía en la cabeza. El aspecto gráfico de los libros está muy cuidado, y tanto yo como autor, como los ilustradores y el equipo de HRM ediciones trabajamos duro para que el lector se lleve el mejor producto posible.
- ¿Crees que estamos viviendo un “boom” de novela histórica ambientada en el Siglo de Oro?
Hay mucho libro divulgativo, compendios sobre los tercios y demás –hasta Susaeta ha sacado un atlas ilustrado sobre ellos-; pero en el terreno de la novela casi no está explotado. De hecho, novelas ambientadas en la guerra de Flandes sólo conozco El Sol de Breda, la mía de El Asedio de Haarlem y algún libro de relatos. A mí me interesa más este género porque puedo desarrollar personajes y tramas, que realmente es lo que me gusta. Lo que sí veo es que cada vez el público es más amplio. Cuando empecé a escribir la trilogía, en el 2012, todavía estaba surgiendo este fenómeno. Ahora hay mucha gente interesada en este período histórico, y con muchas ganas de sumergirse en él.
- ¿Te gustaría ver “El siglo de acero” transformado en película o serie?, ¿A quién elegirías para hacer de tus personajes?
Aquí entramos en un terreno complicado (ja ja) Creo que a todos los autores nos gustaría ver nuestras obras convertidas en película; pero yo soy tan perfeccionista, me gusta tener todo tan controlado, que lo pasaría fatal; porque cuando tú vendes los derechos de tu obra, ésta escapa a tu control. Aunque me pagasen una pasta, si viera a Martín de la Vega vestido como un figurante de Juego de Tronos me daría un infarto del disgusto.
En cuanto a los actores, tengo dos fichados para la pareja protagonista (ja ja) Creo que James Franco o Michael Fassbender harían un gran papel como Martín de la Vega. Y a Luis Tosar siempre lo he visto como Alfonso el Portugués.
- Una vez terminado “El siglo de acero”… ¿Qué es lo que tienes pensado?
Pues de momento seguiré con el siglo XVI. Ahora mismo estoy trabajando en un libro con Cascaborra Ediciones que queremos publicar el año que viene. Un libro de relatos cortos sobre soldados y aventureros españoles, protagonizado por personajes como el Gran Capitán, Diego García de Paredes, Diego Duque de Estrada o el propio Miguel de Cervantes, y dirigido a un público juvenil, como acercamiento a esas figuras que fueron soldados, aventureros, espadachines y poetas.
- Supón que un día uno de tus lectores te dice “Yo también quiero escribir novela histórica”. ¿Qué le aconsejarías?
Bueno, en primer lugar le daría mi apoyo y lo animaría a seguir adelante. La experiencia es muy enriquecedora en todos los aspectos. Eso sí, hay que estar dispuesto a trabajar duro y dedicarle muchas horas. Mi consejo sería que se empape de influencias. No sólo de otros libros. También de películas, series, cómics, incluso videojuegos.
- ¿Te sorprendería si te dijera que tu estilo me recuerda mucho a Dumas?
¡Para mí es todo un halago! Ya me lo han dicho más veces; desde luego, Dumas es todo un referente en la novela. Ha sido uno de los más lúcidos, inteligentes, o simplemente más hábiles a la hora de difuminar esa línea entre historia y ficción; pero dándole al lector un relato en todo momento verosímil. También Dumas sabía bien que lo importante en una novela es la trama y sus personajes. Él era lo que más trabajaba, no arrollaba al lector con un montón de datos y explicaciones históricas. Lo que más trascendió de Dumas fueron sus personajes. Son como héroes mitológicos. Y eso que Dumas no tenía la prosa elegante de Sabatini, o el pulso épico y arrollador de Victor Hugo. Era muy elemental; pero sus personajes supieron conectar como ninguno. Espero que los míos también lo hagan, y el día de mañana se recuerde con cariño a Martín de la Vega y Alfonso el portugués, a Lorenzo Leone o el hugonote Philippe Boidet, como personajes paradigmáticos de su época.
- ¿Qué es más complicado: diseñar la trama, los personajes o ajustarse al periodo histórico?
Todo tiene su complicación. En mi caso, creo que ajustarse debidamente al periodo histórico es más complicado; porque hay que tener en cuenta un sinfín de detalles. Y aunque te fijes mucho, siempre hay alguien que sabe más que tú en algún tema en concreto y te saca algún anacronismo.
- ¿Hasta qué punto hay que ser puntilloso con una trama ajustada a un hecho histórico?
Depende de la novela, por supuesto. Pero yo tengo una norma: no alterar hechos históricos. Si introduzco un personaje, escenario o hecho ficticio, lo moldeo a mi conveniencia, pero cuando se trata de personajes, escenarios y hechos reales, me ciño a la verdad en todo lo posible.
- Dicen que los malos tienen que ser casi más interesantes que los protagonistas, ¿Cómo diste forma a los de esta entrega?
Siempre me han atraído los malos. En Los Inmortales me gustaba el Kurgan, en Star Wars era del Imperio y en Karate Kid me gustaba más Johnny Lawrence que el blandengue de Larusso. No obstante, en El Siglo de Acero intenté que no hubiera esa línea clara entre buenos y malos tan típica en el género de aventuras. Todos tienen sus motivos para luchar, sus defectos y virtudes. Me parece más interesante mantener una postura equidistante y que sea el lector el que se sitúe a favor de un personaje o de otro.
- De todos los episodios del libro, ¿Cuál fue el más complejo de escribir, cuál fue el más divertido y cuál fue el que te dio más quebraderos de cabeza?
El episodio más complejo quizá fue la batalla del dique de Huffort, en la que los tercios batieron al ejército de socorro rebelde enviado por el príncipe de Orange. Hay que conseguir transmitir el realismo y la épica a la vez. Ese “Caos ordenado” que es una batalla; acertar muy bien en las descripciones de la tensión, el agobio, la valentía, el miedo, etc… Y medir la dosis de violencia para que no resulte repetitivo.
Quebraderos de cabeza realmente no me dio ningún capítulo. En ese sentido, El Asedio de Haarlem fue un libro que a medida que lo iba escribiendo se iba creando por sí solo, de hecho fue el que menos tiempo me llevó de los tres. Y, sin duda, los capítulos con los que más disfruté fueron en los que sale el capitán francés Philippe Boidet. Me lo pasé en grande con ese sanguinario y pomposo cabroncete.
- El sacrificio de unos, la coherencia de otros, el oportunismo de muchos y el idealismo de unos cuantos. ¿Crees que las cosas han cambiado mucho desde entonces?
Ha cambiado la forma pero el fondo es el mismo. Algunos lectores que ya han terminado el libro me han comentado que han visto muchos paralelismos en la sublevación de Flandes con lo que estamos viviendo ahora en Cataluña. Ha sido como algo premonitorio, pues ya tenía escrito el libro antes de que pasara todo esto. Pero es cierto. En los conflictos políticos, sociales, religiosos, armados o no armados de todas las épocas puede verse el odio alimentado por la ignorancia, a los oportunistas pescando en río revuelto, los lobos y las ovejas. Hemos cambiado muy poco.
- ¿Qué sentiste después de terminar ‘El asedio de Haarlem’?
Lo que más tengo son ganas de que la gente lo lea, lo disfrute, lo comente, y se meta a través de sus páginas en las guerras de Flandes. Creo que ha quedado un libro que, a pesar de no ser muy largo (288 páginas) tiene mucho contenido. Ha dado mucho de sí. Ahora me toca esperar con ansia las opiniones de los lectores. De momento ya estoy metido de lleno en finalizar la tercera novela de la trilogía, que saldrá a finales del 2018.
Muchas gracias por contar conmigo para esta entrevista en el Camino Español. Un fuerte abrazo desde Ferrol!
Diego Solanas
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