Y seguimos estableciendo las relaciones entre la CIO (Compañía de las Indias Orientales), el Estado inglés, la historia de Inglaterra y, claro, la historia de España. Ahora con el comercio de esclavos de por medio. Estamos seguros que a partir de ahora veréis este tema, incluida su repercusión en la historia de España, desde otra óptica. Vamos a ello…
La CIO y el comercio de esclavos
Así como la CIO comerciaba con Oriente, en 1711 se crea la Compañía de los Mares del Sur cuyo objetivo era el comercio de esclavos con Occidente. Ya os avanzo que hay una relación, pero es importante empezar por el principio. De otra manera nos perdemos aspectos importantes. Enseguida llegamos al meollo.
Esa Compañía de los Mares del Sur ostentaba el monopolio de Gran Bretaña para el Asiento de Negros con el fin de suministrar mano de obra esclava a, atención, América del Sur y América Central. Aspecto realmente curioso porque todo ese territorio no era, en su inmensa mayoría, inglés sino parte de la Monarquía de España. También llegaremos a eso enseguida.
La Compañía de los Mares del Sur la crea, ahí es nada, el Ministro de Hacienda para financiar al gobierno británico. Es decir, una empresa pública de trata de esclavos como medio para un fin económico (moral protestante del siglo XVIII en estado puro). Un fin que, a decir de los entendidos, era una herramienta para enjuagar deuda inglesa y sobre todo para enriquecer a los promotores, pero bueno, no entremos en eso que no es nuclear.
El “negocio” se pone en marcha cuando finaliza la Guerra de Sucesión española. Corría el año 1713. Pero antes debemos conocer dónde y quién crea la posibilidad de comerciar con personas con destino a la España Americana. Es clave.
La Monarquía de España no quiere comercio de esclavos
Luis XIV, abuelo de Felipe V (que resulta vencedor en esa Guerra de Sucesión que indicábamos antes), le solicita a su nieto la concesión a Francia del asiento de esclavos por la toda ayuda prestada durante la Guerra de Sucesión. El nieto, entendemos, no pudo negarse habida cuenta del apoyo prestado. El comercio de esclavos era un tema con el que la Monarquía de España no se encontraba cómoda. De hecho ni había ejercido, ni la ejercía, ni quería, Felipe V, ejercerla. Pero, por otra parte, era consciente de que otras naciones la llevaban a cabo en tierras de la España Americana de forma ilegal a través del contrabando. Sea como fuere cedió a la petición del abuelo.
Además, la realidad era la realidad. Y es que se había vuelto imprescindible, independientemente de lo que pensara la Corona española, para la economía que se practicaba en la época. Francia, Inglaterra, Portugal, Holanda, sí comerciaban sin remordimientos con personas e inundaban de manera ilegal primero las islas caribeñas y luego el continente americano con mano de obra esclava. Había muchísimo dinero en juego y tener el monopolio de venta de esclavos (por pequeño que fuera) dentro del territorio de la América Española era tentador para todos ellos.
Ahora bien, en el Tratado de Utrecht esos derechos pasan de los franceses a los británicos con una cláusula mediante la cual los anglos podrían abastecer a la América Española con 4.800 esclavos por año, durante los siguientes 30 años. (Eso sí, la monarquía hispana se quedaba el 25% del beneficio y “un cinco por ciento de la líquida ganancia de las otras tres partes que tocaren a Inglaterra”. Que gratis no se da nada a nadie, ni ahora ni antes).
Así que a Inglaterra se le permitió abrir oficinas en Buenos Aires, Caracas, Cartagena, La Habana, Panamá, Portobelo y Veracruz para organizar dicho comercio. Era lo que se llamaba el navío de permiso (un barco de no más de 500 toneladas podría ser enviado a uno de estos lugares cada año con productos de comercio general).
Sea como fuere, con el paso de los años se vio que el negocio era bastante fulero y no rentaba lo que se presuponía que tenía que rentar. Así, sin pena ni gloria, transcurrió casi una década.
Para intentar relanzar la Compañía de los Mares de Sur el gobierno inglés se puso manos a la obra. En 1720, el Estado metió más dinero en la empresa y empezó a mover rumores sobre la propia Compañía y su potencial mercado en la América Española (sí, en el mismo sitio donde hasta hacía poco las cosas no funcionaron bien). Las acciones subieron por aquello del “duros a cuatro pesetas” y en poco tiempo se creó una burbuja de tres pares de “cajones”.
En tan solo un año, el precio de las acciones de la Compañía del Sur subió de cien libras por acción a casi mil libras por acción. Y todo lo que sube, baja. En este caso en solo una año. El batacazo fue de aúpa. Sí, hubo investigación posterior (metidos hasta el cuello el Ministro de hacienda, el director general de Correos, Jefes de Ministros, … nada nuevo bajo el sol) y todo lo que queráis, pero lo que ocurrió, y que es relevante para el hilo argumental, es que las acciones de la Compañía de los Mares del Sur fueron entregadas al Banco de Inglaterra y, atención, a ¡¡¡La Compañía de las Indias Orientales!!!
Sí, ese es el punto: La CIO también en la trata de personas. Pero no acaba ahí la cosa.
La CIO dicta las guerras que libra Inglaterra
Es de todos conocidos los roces (por decirlo fino) entre la Inglaterra y la España de mediados del Siglo XVIII (bueno, y en el XVI y en el XVII,…). Pero en la década de 30-40 los primeros ministros de ambos países Robert Walpoole y José Patiño, estaban por la labor de que la sangre no llegara al río y evitar nuevos enfrentamientos bélicos. No todos estaban en esa onda. Buena parte de los diputados ingleses, no. Y mucho menos aún la CIO.
Pero, ¿Por qué la CIO no estaba interesada en mantener la paz que es tan buena para los negocios? Pues porque estaba realmente cerca la década de los 40 y quedaba muy poco para que la concesión de treinta años firmados en el tratado de Utrecht finalizase. Es lógico pensar que a la Monarquía de España no le interesara reeditar el trato, al menos con Inglaterra. Más aún cuando la Compañía de los Mares del Sur, es decir la CIO, no había pagado a la Corona Española la parte proporcional a los beneficios que le tocaba. Y claro, a la CIO le interesaba mucho no dejar “escapar” ese negocio que, con los nuevos accionistas, se auguraba tan rentable y que le permitiría ampliar sus tentáculos también por Occidente. Aunque para qué, pensaría la CIO, vamos a contentarnos con el comercio de esclavos. Pensemos en grande y hagámonos con el comercio de Sudamérica…
Así que sí, el año 1739 se inició de la guerra y eso marcó un punto de inflexión en la historia inglesa. Es muy probable que fuera la primera de las guerras inglesas en las que predominó absolutamente el interés comercial (de la CIO, no de Inglaterra). Es decir, en la que la guerra se libró únicamente por la balanza comercial y no por la balanza de poder. No lo decimos nosotros (aunque estamos de acuerdo) lo dicen aquí.
“It was, perhaps, the first of English wars in which the trade interest absolutely predominated, in which the war was waged solely for balance of trade rather than for balance of power” | “Fue, quizás, la primera de las guerras inglesas en las que predominaba absolutamente el interés comercial, en las que la guerra se libraba únicamente por la balanza comercial y no por la balanza de poder”
Así, de nuevo, los intereses de la CIO pasaban por delante de un Estado inglés, débil y manejable en lo esencial (aunque rico económicamente y poderoso militarmente), que volvía a plegarse al interés comercial de una única todopoderosa empresa poniendo los recursos de un país y, lo que es más importante, las vidas de sus gobernados al servicio de los potenciales beneficios que pudiera obtener una única corporación.
La debilidad del Parlamento inglés y del propio Gobierno queda de nuevo patente ante los intereses de la CIO. Es la CIO quien maneja al Gobierno Inglés. Es el Estado Inglés, con Rey incluido, el que está a merced de la CIO.
La guerra, provocada por la CIO, contra España es la de la Oreja de Jenkins.
Lo del pabellón auditivo del tal Jenkins es de chiste por mucho que ocurriera. Y como ‘casus belli’ es el descojone. Ocurrió en 1731 (ocho años antes del inicio de la guerra. ¡Ocho!. Cómo estaría ya la oreja…). Por cierto, cortar las orejas era un castigo relativamente común en ese momento, lo que puede explicar por qué la respuesta inicial del público británico fue, más que tibia, inexistente.
Como necesitaban revuelo, los políticos de la oposición y la Compañía Británica de los Mares del Sur (esto es, la CIO) recuperaron lo de la oreja, lo envolvieron en patriotismo barato y exacerbaron hispanofobia (de nuevo la “Leyenda Negra”) para que el pueblo inglés aplaudiera cualquier cosa sin pensar mucho que estaban siendo manipulados. Walpoole hizo lo que pudo hasta donde pudo. Pero si la CIO quería una guerra, habría guerra.
Luego ocurrió lo de Vernon, Cartagena de Indias, Blas de Lezo, pero esa es otra historia. Magnífica, por otra parte.
Transcurrido un tiempo prudencial a Jenkins se le concedió a modo de premio el mando sobre un barco de, efectivamente, la Compañía de las Indias Orientales y, más tarde, los ascendieron a supervisor de los asuntos de dicha Compañía en la isla de Santa Helena. ¿Por los servicios prestados, tal vez? Blanco y en botella.
Resumiendo:
La voluntad de la CIO se materializa a través de las acciones del Gobierno inglés, como si este fuera una marioneta. Atrás queda lo de modificar alguna ley (piratería) para favorecer a una única empresa, o mirar para otro lado mientras se esquilma a un estado soberano a sabiendas. Ahora, en pos del beneficio comercial, la CIO, utilizando al Parlamento de Inglaterra, provoca guerras contra otras potencias que son pagadas con los recursos del país. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Provocar una guerra civil?
Fuentes principales:
Timothy E. Hullar, Department of Otolaryngology, Washington University in St. Louis: “The War of Jenkins’ Ear”
Wikipedia: “Compañía del Mar del Sur”
Rafael Donoso Anes: “Los navíos anuales de permiso del Asiento de esclavos con Inglaterra hasta la feria de portobelo de 1731”
El Español: “Blas de Lezo, Walpole, y una oreja en el Parlamento
Convención ajustada y concluida en el Pardo el 14 de enero de 1739, entre las coronas de España y de Inglaterra, para satisfacer reclamaciones pendientes de los dos países
Wikipedia: “War of Jenkins’ Ear”
Cambridge University Press: “The Causes of the War of Jenkins’ Ear, 1739”
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