Como introducíamos en el anterior post la idea es sencilla: a través de la CIO (la Compañía de las Indias Orientales) vamos a poder seguir la historia de Inglaterra y las implicaciones que tuvo con la historia de España. Esta manera de hacer tiene varias ventajas, la principal es que, para entender las acciones de la CIO solo hay que seguir el dinero. Y allí donde va la CIO, va el Parlamento de Inglaterra y luego el resto del país, rey incluido.
La propia piratería de la que hablábamos en el post anterior nos da buena muestra del poder político que alcanza en Londres el poder económico de la CIO, al dirigir a los diputados ingleses (muchos de ellos accionistas) hacia los intereses particulares de la Compañía. Es solo el primer ejemplo.
Crecimiento de la CIO en India durante el Siglo XVII
Fue en el siguiente siglo, el XVIII, cuando la CIO da el estirón, pero lo cierto es que sus inicios no tuvieron ningún glamour, la verdad. Muy poco a poco y con unas cifras económicas nada relevantes. Comparando con la VOC , los holandeses lo hicieron mucho mejor. Pero con las empresas ya se sabe, no es como empieza sino, a toda costa sobrevivir, y, claro, tener beneficios. Cuantos más mejor. Y en eso la CIO fue insuperable, eso sí a base del sufrimiento y las penurias de muchos. Pero no adelantemos acontecimientos. La CIO hizo muchas cosas bien para aguantar en un siglo XVII donde ser inglés y vivir en Inglaterra era, en realidad, un sinvivir.
Durante ese siglo XVII la CIO se fijó en la India de los Mogoles, mejor dicho se incrustó en la India de los Mogoles para extraerle todo el jugo y a partir de ahí se expandió como un virus. A modo de resumen:
· La CIO comerció inicialmente con una economía independiente y productiva de un estado soberano para vender esos productos de valor en otros mercados (el inglés principalmente).
· Fue transformando, poco a poco y con malas artes, a los Mogoles en una colonia con un mercado dependiente de la metrópoli eliminando cualquier opción de generar industria autóctona y solo permitiendo la extracción de materia prima para llevarla a la metrópoli a procesar.
· Por último se expandió por el resto de la India siguiendo, básicamente, el mismo patrón.
No lo decimos nosotros. Lo que hizo la CIO en la India Mogola en el siglo XVIII (y luego en el resto de la India) se puede leer con detalle en “La Anarquía” de William Dalrymple, del que recomendamos vivamente su lectura.
Pero no reduzcamos el “mérito” de lo hecho a los empleados de la CIO. Para lograr que el estado inglés protegiera sus intereses, no dudó en sobornar y presionar a los parlamentarios, que se dejaron hacer. Dalrymple lo explica con estas palabras:
«La Compañía gastó grandes sumas de dinero para obligar al Estado a intervenir en nombre de sus accionistas. Ya en 1624 se dieron casos de “lobbying” y de soborno a parlamentarios, con un nexo de corrupción por el cual parlamentarios accionistas de la Compañía votaron por medidas que llenaron sus propios bolsillos».
Transcribo a continuación un párrafo para exponeros la versión hindú del asunto. Tal vez encontréis similitudes con lo ocurrido en la España Americana el siglo posterior:
“Se ganan a cualquier miembro desafecto del Estado y, a través de él, obran su ruina. Dividir y robar es su principio rector. Están tan cegados por el interés egoísta que nunca respetan los acuerdos escritos. […] Su objetivo es subyugar a los Estados de Pune, Nagpur, Mysore y Haiderabad, uno tras otro, ganándose la simpatía de una para derribar a los otros. Saben muy bien cómo destruir la cohesión india. Son expertos en el arte de crear insidias y en destruir la armonía de cualquier Estado.”
Son palabras sacadas de “La Anarquía” (pag.265) y escritas en 1780 por un sultán a otro sultán, antiguo rival, al que solicitaba unir sus fuerzas para defenderse de la Compañía. Y es que el paso de la CIO por la India dejó un poso de destrucción, saqueo, muerte y atraso económico para aquellas tierras durante siglos.
Al principio se colaron, con muy buenos gestos y palabras, en la administración local y establecieron innumerables puntos comerciales, pero llegado el momento, y con maximizar los márgenes económicos como único objetivo, pusieron y quitaron soberanos, cobraron directamente impuestos abusivos a los lugareños, desataron hambrunas devastadoras en base a sus intereses comerciales y arruinaron territorios sin miramientos. Eso sí, los beneficios que obtuvieron fueron absolutamente escandalosos durante décadas.
Y durante décadas la CIO se entrometió, utilizando también la fuerza de su propio ejército (sí, tenían su propio ejército, perfectamente pertrechado y numeroso) o del británico llegado el caso (como si fuera el suyo propio), en el día a día de estados independientes.
Los diputados ingleses hicieron oídos sordos durante todo ese tiempo a las desgracias que ocurrían en la India protagonizadas por la CIO pero que incluían implícitamente su acción u omisión. Al parecer, los beneficios eran demasiado jugosos como para “estropearlo” con temas morales, con derechos humanos o el derecho internacional (esa debe ser la cacareada moral protestante que tanto “ayuda” a los negocios).
Resumiendo…
Si bien durante el siglo XVII la CIO se dio cuenta que le era tremendamente provechoso “ayudar” a los parlamentarios a escribir las leyes para favorecer su comercio (como el caso de los leyes contra el terrorismo marítimo y los piratas), durante el siglo XVIII pudo comprobar cómo los beneficios generados en la India Mogola, aflojaban voluntades y acallaban cualquier boca que pusiera en duda cómo eran generados esos beneficios.
La ausencia de moralidad de los actos llevados a cabo por las personas de la Compañía en la India, enarbolando con orgullo el nombre de Inglaterra, no se ponía en entredicho en el parlamento inglés, que era plenamente conocedor de esas acciones. Conocedor y beneficiario.
La CIO inundó de dinero Londres y en general Inglaterra. Y con ese dinero se iba poniendo de manifiesto la inconsistencia y la debilidad de una monarquía parlamentaria y de unos diputados que, ya avanzado el siglo XVIII, sabían perfectamente qué estaba bien y qué estaba mal desde un punto de vista ético y moral. Un Parlamento que se postraba, año tras año, ante la Compañía que era capaz de mover a voluntad a todo un Estado.
La monarquía parlamentaria había nacido en Inglaterra para controlar al rey, pero los ingleses no tenían ni la más remota idea de cómo controlar a la Compañía. Las consecuencias no tardarían en llegar.
Fuentes Principales:
William Dalrymple: “La Anarquía”
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