El Gran Capitán ecuestre

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Con él empezó todo. Don Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515) consiguió numerosos triunfos y condecoraciones sirviendo a los Reyes Católicos como Capitán General de los Reales Ejércitos de Castilla y Aragón, Capitán General de la compañía expedicionaria al Nápoles y Lugarteniente General de Apulia y Calabria. Su mando fue determinante en la Guerra de Granada, en las Guerras de Italia en la Guerra Turco-veneciana. Su manera de entender el arte de la guerra llevaría a las reformas necesarias en el ejército que propiciarían la creación de los Tercios.

Con este currículum, ¿cómo va a faltar entre tus favoritos viniendo como viene, además, a caballo?

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El Gran Capitán, don Gonzalo Fernández de Córdoba, en versión ecuestre Playmobil Custom.

 

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Capitán
Capitán

Figura: Capitán de los Tercios de Flandes. Playmobil Custom

Descripción: Figura Playmobil Custom. Viste banda roja, empuñando con elegancia espada de la que se pueden distinguir claramente su gavilanes y el guardamano. Luce cuello a la valona y sombrero de ala ancha con pluma roja.  El rojo de pluma y de la banda cruzada lo identifica como de nacionalidad española. La cruz en el pecho además lo designa como de la Orden de Santiago, honor al que solo unos pocos tenían acceso.

El Capitán era nombrado por el Consejo de Guerra o por el capitán general. Es decir el Maestre de Campo no podía elegir a sus inmediatos subordinados. El Capitán sí que elegía, sin embargo, a sus subordinados directos y enrolaba a la tropa, siendo el responsable del mando y de la administración de la misma, a las órdenes directas del jefe del Tercio.

Los capitanes debían de ser de treinta años o poco más, solteros y no “traviesos, enamorados, jugadores y tahures” para evitar dar mal ejemplo a la tropa. Dado que mandaban a voluntarios profesionales, que, si lo estimaban oportuno, no vacilaban en cambiar de compañía, tenía que preocuparse por el bienestar de sus hombres, ya que estos se intentaban enrolar en las banderas más prestigiosas.*

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*extractos de información extraídos de “De Pavía a Rocroi”, de Julio Albi de la Cuesta

 

 

 

 

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Gran Duque de Alba a caballo
Gran Duque de Alba a caballo

Figura: Gran Duque de Alba a caballo con gran danés.

Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Gran Duque de Alba,  el mejor General de su época. Es decir, de todo de Siglo XVI. Entero. No es baladí.

Fue el mayor héroe militar que España ha producido y uno de los primeros hombres destacados de su siglo. Un líder indiscutible (lee aquí 7 de sus fundamentos), duro, recio (aunque en este playmobil custom no lo parezca tanto) y respetuoso con sus hombres. Los discursos donde decía, «señores soldados», hacían de las delicias de los Tercios, sus tropas de élite.

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El Gran Capitán
El Gran Capitán
El Gran Capitán

Título: El Gran Capitán
Autor: Despertaferro Ediciones. Historia Moderna

Con los siguientes artículos

“Italia antes del Gran Capitán” por Giovanni Muto (Università Federico II di Napoli)

En 1441 Alfonso el Magnánimo, tras una larga lucha contra los partidarios de la dinastía de Anjou, conquistó Nápoles; a partir de ese momento el reino napolitano sufrió una metamorfosis y pasó a convertirse en una de las potencias de la península itálica. Sin embargo, ese tiempo de bonanza duró poco tiempo. El tablero político italiano del Renacimiento era extremadamente cruel y las alianzas prontamente se olvidaban para dar paso al enfrentamiento. A la llegada de don Gonzalo Fernández de Córdoba, además un peligro externo se había cernido sobre toda Italia. Cartografía de Carlos de la Rocha. En la imagen, mapa de la península itálica en 1494.

“Los años de formación de Gonzalo Fernández de Córdoba” por Almudena Blasco Vallés (Institut d’Estudis Medievals-UAB)

Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado desde su primera campaña en Italia el Gran Capitán, nació en Montilla en 1453, en el seno de una familia afincada en tierras de La Bética generaciones atrás. Entró a servir en la Casa Real muy joven, pero la mala fortuna le llevó a tener que abandonarla. Sin embargo, las enseñanzas que había aprendido y las nuevas oportunidades que le brindó la Guerra de Granada (1482-1492), además de un parentesco fortuito pero muy provechoso, le permitieron avanzar en la escala social y codearse con los Reyes Católicos y con Boabdil, último rey nazarí. En la imagen, Retrato del Gran Capitán.

“El arte de la guerra y el Gran Capitán” por Eduardo de Mesa Gallego (Fundación Carlos de Amberes)

Las innovaciones militares que puso en práctica don Gonzalo Fernández de Córdoba durante los primeros compases de las campañas de Italia representaron la última evolución del arte de la guerra durante el siglo XV. A partir de ese momento, tanto sus actores como sus formas y medios cambiaron por completo y para siempre. Gracias al Gran Capitán, el mundo contemplaría el nacimiento de la estrategia y la táctica modernas, en las que los infantes españoles hicieron un uso cada vez más extendido de las armas de fuego. Ilustración de José Luis García Morán. En la imagen, Panoplia de un infante español de principios del siglo XVI.

“La primera guerra italiana” por Alberto Raúl Esteban Ribas

Cuando el rey Carlos VIII de Francia firmó el tratado de Barcelona con Fernando el Católico, creyó que así tendría garantizada la paz con Aragón. Poco se imaginaba que su intento de apoderarse de Nápoles iba a iniciar el largo conflicto de las guerras de Italia (1494-1559), que dirimirían el devenir de la lucha por la hegemonía europea por más de dos siglos. La primera campaña empezó con una derrota para don Gonzalo, la única de su carrera, pero, gracias a sus habilidades, tesón y conocimientos militares, logró cambiar por completo la dirección de la contienda. Cartografía de Carlos de la Rocha. En la imagen, mapa de la primera campaña de Italia.

“La segunda campaña: de la conquista de Tarento a la batalla de Ceriñola” por José María Sánchez de Toca

La segunda campaña empezó a consecuencia de las dificultades que se dieron en el reparto del Reino de Nápoles entre Luis XII de Francia y Fernando el Católico, que en muy poco tiempo llevaron a la guerra abierta entre ambas potencias. Durante estas operaciones, el Gran Capitán volvió a poner de manifiesto su facilidad para explotar los medios que tenía a mano y, así, obtener la victoria. El maestro de la estrategia concentró gradualmente sus tropas y, cuando consideró que estaba preparado para la batalla, hizo que el ejército francés se situase donde él quería y atacase. Cartografía de Carlos de la Rocha. Ilustración de ªRU-MOR. En la imagen, El desafío de Barletta.

“La segunda campaña: de las luminarias de Ceriñola a la victoria final en el Garellano” por José Manuel Mollá Ayuso

Don Gonzalo Fernández de Córdoba, tras la victoria en Ceriñola, obtenida con un ejército muy inferior en número pero actuando con principios y procedimientos más propios de décadas futuras, llevó a cabo en el Garellano una larga campaña en la que proyectó todo su genio militar. Jugando otra vez magistralmente con los tempos, la concentración de recursos y la maniobra, volvió a sorprender a propios y extraños en su última acción en Italia. Cartografía de Carlos de la Rocha. Ilustración de Ganbat Badamkhand. En la imagen, mapa de la batalla de Garellano.

“Las cuentas del Gran Capitán, entre el mito y la realidad” por Hugo Vázquez Bravo (Universidad de Oviedo)

El enfrentamiento entre el Gran Capitán y Fernando el Católico, propiciado por la liberalidad del primero para con sus soldados, llegó a su punto álgido cuando ambos personajes se encontraron frente a frente en Nápoles a finales de 1506. De los dimes y diretes durante la entrevista nació el mito de las cuentas del Gran Capitán, mediante las cuales el general español ridiculizó la petición regia de hacerle justificar sus gastos militares. Sin embargo, como en toda leyenda, la tradición tiene algo de verdad. En la imagen, El Gran Capitán recorriendo el campo de la batalla de Ceriñola.

Introduciendo el n.º 20, “JEB Stuart y la controversia de Gettysburg” por Jeffry D. Wert

Tras la retirada desde Gettysburg, fueron pocos los confederados que atribuyeron la derrota táctica y las elevadas bajas sufridas a las proezas combativas del ejército unionista del Potomac, y muchos oficiales y hombres culparon de lo sucedido a sus altos mandos. Ni el propio Robert E. Lee se libró de las críticas y, aunque hubo acusaciones para cada uno de los jefes de cuerpo –James Longstreet, Richard S. Ewell y Ambrose Powell Hill–, gran parte de las condenas iniciales recayeron sobre el comandante de la caballería, el general James Ewell Brown “JEB” Stuart. De hecho, es muy probable que la censura contra este fuera la más extendida. Cartografía de David Sancho Bello. Ilustración de Don Troiani. En la imagen, JEB Stuart a caballo.

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Milagro de Empel
Milagro de Empel

Entre el 7 y el 8 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla luchaba a la desesperada contra una escuadra de las Provincias Unidas en lo único que quedaba de la isla de Bommel, el monte de Empel. Al cabar una trinchera un soldado encuentra una tabla con la imagen de la Virgen María. Tomado el suceso como una señal los españoles, ayudados por un oportuno temporal, sacan fuerzas de flaqueza y logran vencer. Este conjunto de figuras conmemora el hecho que, además, haría de la Inmaculada Concepción nuestra patrona… ¿Y te vas a quedar sin él?

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