Descripción
- Editorial : Edaf (1 diciembre 2022)
- Idioma : Español
- Tapa blanda : 192 páginas
- ISBN 10: 8441441979
- ISBN 13: 978-8441441972
- Peso del producto : 870g
- Dimensiones : 19.5 x 3.5 x 28 cm
34,00 €
Reconocidos autores especialistas en ofrecer nuevas miradas de la Historia. Miguel del Rey es escritor y ha sido director de la revista Ristre en su segunda etapa. Como autor especializado en historia militar ha publicado decenas de libros y artículos. Miembro de varias asociaciones de España, Francia y Gran Bretaña dedicadas a la investigación de la historia moderna y medieval. Carlos Canales Torres es abogado y escritor. Colaborador durante 13 años del programa La Rosa de los Vientos de Onda Cero. Como especialista en historia ha escrito decenas de artículos y libros. Juntos forman parte del proyecto norteamericano de historia Edge & Cleaver y han publicado más de una veintena de obras, entre las que destacan Naves Mancas, IX Premio Algaba, Las reglas del viento. La Gran Guerra, En tierra extraña, Esclavos, Bernardo de Gálvez, Campos de Muerte, El Oro de América, Demonios del Norte, Tormenta Roja Sahara, Cazadores de almas y Mar de viento. Han publicado De Felipe V a Felipe VI junto al pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau. Son autores de la colección Trazos de la Historia.
Peso | 0,870 kg |
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Dimensiones | 19,5 × 3,5 × 28 cm |
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Esta es la historia de unos hombres a los que les encargaron un trabajo. Nada más que eso. Y nada menos. Debían defender Cartagena de Indias del mayor ataque inglés de todos los tiempos. En proporción de uno a diez. En completa desventaja. Sin posibilidades de salir airosos. Pero al frente de la tropa española estaba Blas de Lezo. Y él no se va a rendir. Él va a convencer a su puñado de hombres de que el trabajo que recae sobre sus espaldas es el más importante del mundo. Lo harán, pase lo que pase. Hasta que solo queden trescientos.
En el año 1500, un hidalgo extremeño llega a las costas de América. Es un aventurero, como tantos otros, que se enriquece para arruinarse pronto, viaja como polizón a Tierra Firme (istmo de Panamá), lucha, conspira y destruye para levantar nuevas ciudades. Se gana el título de gobernador de Veragua y, un día, este Vasco Núñez de Balboa escucha una fabulosa historia de boca de un cacique indígena: la historia del “otro mar”.
Según las palabras del indio kuna, “al sur de las montañas de la selva del Darién existía un inmenso océano, desconocido para el hombre blanco y a cuyas orillas habitaban poderosas tribus ricas en oro y metales preciosos”. Quién sabe si fue la ambición, la avaricia o la locura lo que empujó a aquellos hombres a adentrarse en aquella provincia inhóspita. Quién sabe qué vivió realmente Vasco Núñez de Balboa aquellos días de incertidumbre y penuria.
La historia de lo que pudo haber sido es la que ha recreado Alfonso Zapico en cómic –Premio Nacional 2012 de este medio con Dublinés–, tras documentarse el propio autor asturiano in situ, después de atravesar el Atlántico para recorrer una zona selvática en Panamá en la expedición montada por la Fundación Mare Australe, la misma ruta que siguieron Núñez de Balboa y sus hombres en 1513. Zapico hizo una suerte de Camino de Santiago húmedo en condiciones muy exigentes a lo largo de 110 kilómetros por los parajes del parque natural de Darién, siguiendo los pasos de Vasco Núñez de Balboa hasta dar con ese “otro mar”, el océano Pacífico.
Se cumplen ahora cuatrocientos años de la mayor revolución en el teatro popular desde los antiguos griegos. Félix Lope de Vega Carpio (1562-1635), a quien Cervantes calificara de «monstruo de naturaleza » y hoy, con castiza familiaridad, todos llamamos Lope, se encargó de que las comedias se convirtieran en el mayor divertimento popular y en la más excelsa manifestación artística. En aquella sociedad estamental del siglo XVII, el hijo de un bordador estaba abocado -condenado, podríamos decir- a desempeñar el oficio que su padre u otro de la misma consideración social. Sin embargo, Lope de Vega encontró un camino inédito para ganar dinero y fama: sus versos. Por primera vez en la historia de la humanidad un poeta podía prescindir del mecenazgo y vivir de una realidad nueva, inquietante e imprevisible, un monstruo de mil cabezas y cien mil pareceres: el público. Su creación poética le dio un estatus especial. Se llegó a rezar un credo sacrílego: «Creo en Lope de Vega, poeta del cielo y de la tierra…». Este reconocimiento general -frente al que no faltaron disidentes y críticos muy agresivos- le permitió actuar a su aire, contraviniendo en más de una ocasión normas y hábitos sociales. La sucinta enumeración de sus relaciones amorosas puede trasmitir la falsa imagen de un donjuán de sentimientos cambiantes e irresponsables. No fue así. Lope sintió cada amor con fervorosa intensidad, y en los últimos años de su vida, reunió junto a sí a los hijos de Micaela de Luján, de Juana de Guardo y de su último amor: Marta de Nevares, a la que conoció y trató cuando ya era sacerdote.
En la mañana de Pascua de 1625, con los estandartes y gallardetes al viento y las cubiertas altas adornadas de pavesadas encarnadas, una magnífica Armada, la más poderosa organizada por España desde la La Felicísima, cruzó la barra de San Antonio en la costa de Brasil y se adentró en la Bahía de Todos los Santos.
La vista era imponente. Se trataba de la mayor fuerza naval que jamás hubiese cruzado el océano Atlántico y su frente de combate se extendía 6 leguas sobre el mar: 56 navíos y 1.185 cañones pertenecientes a las Armadas del mar Océano, del estrecho de Gibraltar y de Portugal, y a las Escuadras de Vizcaya, de Nápoles y de las Cuatro Villas. Embarcados iban 12.463 soldados españoles, portugueses y napolitanos encuadrados en 5 tercios de infantería, 2 españoles, 2 portugueses y 1 napolitano. El objetivo era recuperar la ciudad del Salvador, capital del Brasil, conquistada por una expedición holandesa el año anterior. Fue, junto con Breda, Cádiz, Génova y Lima, una de las grandes victorias de las armas hispanas que hicieron de 1625 el Annus Mirabilis español.
Para recuperar la capital del Brasil, Salvador de Bahía, España organizó la más grande fuerza expedicionaria llegada al continente americano hasta la fecha: 5 Tercios (2 viejos españoles, 1 viejo napolitano y 2 portugueses) embarcados en una gran flota compuesta por 3 armadas (la del mar Océano, la del Estrecho de Gibraltar y la de la Corona de Portugal) y 3 escuadras (la de las Cuatro Villas, la de Vizcaya y la de Nápoles), haciendo una proyección de la fuerza a miles de kilómetros de sus bases al tiempo que mantenía los frentes de Flandes, con el asedio de Breda, Alemania, y el Mediterráneo.
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