El Monasterio de El Escorial, joya arquitectónica de los Dos Siglos de Oro, es uno de esos edificios emblemáticos que simbolizan una época y un reinado; en este caso, el de Felipe II. Esta novela nos invita a sumergirnos de lleno en el proceso de su construcción, desde la idea original hasta verlo acabado, y aún más allá, hasta el instante en que su fundador exhala el último suspiro entre los muros que había ordenado levantar para dar albergue definitivo a los huesos de su padre el Emperador, su madre y los suyos propios.
Treinta y seis años de la historia de España vistos desde la perspectiva de quienes se encargaron de erigir un palacio-monasterio en un lugar recóndito de la sierra segoviana: un rey que intervenía en los más mínimos detalles, el arquitecto que lo concibió y murió cuando los muros apenas se alzaban del suelo, el arquitecto que lo concluyó sin verse reconocido como tal, los monjes jerónimos que organizaron los trabajos sin dejar de cantar misas de prima a maitines, los priores que dirigían al mismo tiempo la obra y la congregación, los aparejadores insatisfechos , los maestros canteros que llegaron a amotinarse, el alcalde-contador que aprendió a usar el cargo en su propio beneficio, el bibliotecario perseguido por la Inquisición… Y en paralelo con ello, la vida de tres amigos marcada desde la infancia por la decisión regia de fundar el Monasterio de San Lorenzo en una localidad hasta entonces ignota y miserable.
Cada uno seguirá su propio camino, pero sus existencias girarán siempre en torno a él, entrecruzándose mientras los sobrios muros se van alzando hacia el cielo, se cubren las primeras alas con tejados de pizarra, jóvenes infantes comienzan a formarse en el seminario improvisado, se clasifican y ordenan los libros de una nutrida biblioteca, se consagra la basílica, se decoran las paredes con pinturas elegidas por el monarca y el nombre de El Escorial entra para siempre en la Historia.
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