Descripción
Lámina: “Herencia borgoñona”
Autor: Vicente A. Barrios de la Lastra
papel: Alta calidad de 250 g/m²
Tamaño: 29,7 cm x 42 cm
24,00 €
La lámina “Herencia Borgoñona” quiere llevarnos al corazón de Europa, allá por el lejano 1473, donde una elección cambió la suerte del viejo continente Carlos de Borgoña elegía al hijo del emperador Federico III, Maximiliano, como marido para María, su única hija. Los Habsburgo sumaban a sus posesiones en Alpinas, los territorios en Austria, Estiria, Bohemia y Hungría junto a sus derechos a la elección en el trono del Sacro Imperio, un nuevo ramillete de condados y ducados, que además traían aparejada la titularidad de la dignidad de Gran Maestre y Jefe Soberano de la Orden del Tosisón de Oro. Esto convertía a los en otra hora irrelevantes señores de Habsburgo en el linaje hegemónico en Centroeuropa.
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Lámina: “Herencia borgoñona”
Autor: Vicente A. Barrios de la Lastra
papel: Alta calidad de 250 g/m²
Tamaño: 29,7 cm x 42 cm
Peso | 0,1 kg |
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Dimensiones | 42 × 30 × 0,5 cm |
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Mapa de Reinos Peninsulares Vicente A. Barrios de la Lastra Medidas: 43,5 cm x 32 cm Con el comienzo de la Reconquista se constituyen los distintos reinos cristianos: El reino de Asturias (718), el “reino madre”, que conserva la legitimidad visigoda y que pasa a denominarse … Leer más
Título: El Gran Capitán
Autor: Despertaferro Ediciones. Historia Moderna
Con los siguientes artículos
En 1441 Alfonso el Magnánimo, tras una larga lucha contra los partidarios de la dinastía de Anjou, conquistó Nápoles; a partir de ese momento el reino napolitano sufrió una metamorfosis y pasó a convertirse en una de las potencias de la península itálica. Sin embargo, ese tiempo de bonanza duró poco tiempo. El tablero político italiano del Renacimiento era extremadamente cruel y las alianzas prontamente se olvidaban para dar paso al enfrentamiento. A la llegada de don Gonzalo Fernández de Córdoba, además un peligro externo se había cernido sobre toda Italia. Cartografía de Carlos de la Rocha. En la imagen, mapa de la península itálica en 1494.
Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado desde su primera campaña en Italia el Gran Capitán, nació en Montilla en 1453, en el seno de una familia afincada en tierras de La Bética generaciones atrás. Entró a servir en la Casa Real muy joven, pero la mala fortuna le llevó a tener que abandonarla. Sin embargo, las enseñanzas que había aprendido y las nuevas oportunidades que le brindó la Guerra de Granada (1482-1492), además de un parentesco fortuito pero muy provechoso, le permitieron avanzar en la escala social y codearse con los Reyes Católicos y con Boabdil, último rey nazarí. En la imagen, Retrato del Gran Capitán.
Las innovaciones militares que puso en práctica don Gonzalo Fernández de Córdoba durante los primeros compases de las campañas de Italia representaron la última evolución del arte de la guerra durante el siglo XV. A partir de ese momento, tanto sus actores como sus formas y medios cambiaron por completo y para siempre. Gracias al Gran Capitán, el mundo contemplaría el nacimiento de la estrategia y la táctica modernas, en las que los infantes españoles hicieron un uso cada vez más extendido de las armas de fuego. Ilustración de José Luis García Morán. En la imagen, Panoplia de un infante español de principios del siglo XVI.
Cuando el rey Carlos VIII de Francia firmó el tratado de Barcelona con Fernando el Católico, creyó que así tendría garantizada la paz con Aragón. Poco se imaginaba que su intento de apoderarse de Nápoles iba a iniciar el largo conflicto de las guerras de Italia (1494-1559), que dirimirían el devenir de la lucha por la hegemonía europea por más de dos siglos. La primera campaña empezó con una derrota para don Gonzalo, la única de su carrera, pero, gracias a sus habilidades, tesón y conocimientos militares, logró cambiar por completo la dirección de la contienda. Cartografía de Carlos de la Rocha. En la imagen, mapa de la primera campaña de Italia.
La segunda campaña empezó a consecuencia de las dificultades que se dieron en el reparto del Reino de Nápoles entre Luis XII de Francia y Fernando el Católico, que en muy poco tiempo llevaron a la guerra abierta entre ambas potencias. Durante estas operaciones, el Gran Capitán volvió a poner de manifiesto su facilidad para explotar los medios que tenía a mano y, así, obtener la victoria. El maestro de la estrategia concentró gradualmente sus tropas y, cuando consideró que estaba preparado para la batalla, hizo que el ejército francés se situase donde él quería y atacase. Cartografía de Carlos de la Rocha. Ilustración de ªRU-MOR. En la imagen, El desafío de Barletta.
Don Gonzalo Fernández de Córdoba, tras la victoria en Ceriñola, obtenida con un ejército muy inferior en número pero actuando con principios y procedimientos más propios de décadas futuras, llevó a cabo en el Garellano una larga campaña en la que proyectó todo su genio militar. Jugando otra vez magistralmente con los tempos, la concentración de recursos y la maniobra, volvió a sorprender a propios y extraños en su última acción en Italia. Cartografía de Carlos de la Rocha. Ilustración de Ganbat Badamkhand. En la imagen, mapa de la batalla de Garellano.
El enfrentamiento entre el Gran Capitán y Fernando el Católico, propiciado por la liberalidad del primero para con sus soldados, llegó a su punto álgido cuando ambos personajes se encontraron frente a frente en Nápoles a finales de 1506. De los dimes y diretes durante la entrevista nació el mito de las cuentas del Gran Capitán, mediante las cuales el general español ridiculizó la petición regia de hacerle justificar sus gastos militares. Sin embargo, como en toda leyenda, la tradición tiene algo de verdad. En la imagen, El Gran Capitán recorriendo el campo de la batalla de Ceriñola.
Tras la retirada desde Gettysburg, fueron pocos los confederados que atribuyeron la derrota táctica y las elevadas bajas sufridas a las proezas combativas del ejército unionista del Potomac, y muchos oficiales y hombres culparon de lo sucedido a sus altos mandos. Ni el propio Robert E. Lee se libró de las críticas y, aunque hubo acusaciones para cada uno de los jefes de cuerpo –James Longstreet, Richard S. Ewell y Ambrose Powell Hill–, gran parte de las condenas iniciales recayeron sobre el comandante de la caballería, el general James Ewell Brown “JEB” Stuart. De hecho, es muy probable que la censura contra este fuera la más extendida. Cartografía de David Sancho Bello. Ilustración de Don Troiani. En la imagen, JEB Stuart a caballo.
El 24 de Febrero de 1525 se libró una batalla en las que las fuerzas hispanogermanas de Carlos V y las francesas de Francisco I se enfrentaron en la ciudad italiana de Pavía.
La Liga de Esmalcalda fue una unión de príncipes protestantes del Sacro Imperio Romano Germánico que se creó en el siglo XVI para defender sus territorios y luchar contra el Emperador y rey Carlos V, defensor del catolicismo frente a la Reforma luterana. Toma su nombre de una ciudad alemana.
Este es “el comienzo” para entender otras guerras posteriores y muy cercanas geográficamente. La solución a medias de este conflicto conllevó, por una u otra vía, que se reprodujeran otros derivados de éste con más virulencia si cabe.
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Mapa de provincias peninsulares Vicente A. Barrios de la Lastra Medidas: 43,5 cm x 32 cm Para entender la división territorial Española debemos de ser conscientes que difiere mucho de nuestra concepción actual. Ya que los reinos españoles tenían divisiones administrativas propias: en la corona de … Leer más
GOL y Juan Luis Rincón.
Gonzalo Fernández de Córdoba es uno de los generales de mayor transcendencia en la historia del arte de la guerra. Vivió en pleno Renacimiento y supo captar como nadie los cambios que la pólvora imponía en las tácticas y estrategias militares.
Los tercios españoles bajo su mando, armados con espingardas y arcabuces, rompieron inmisericordes las cargas de caballería pesada que, hasta ese momento, habían reinado en los campos de batalla europeos. Al frente de un reducido ejército batió a los franceses en Italia y conquistó para su señor el reino de Nápoles y para él la honra inmortal y el título de Gran Capitán.
Gonzalo era amante del lujo y de la ostentación en el vestir, pero también sabía soportar las asperezas y miserias del campo de batalla. Compartía con sus hombres el hambre, el frío y la enfermedad, sin escudarse jamás en su posición de general para evitar las incomodidades y los sufrimientos. Supo ganarse el respeto y la fidelidad de sus soldados, capaces de renunciar a su paga solo por el honor de poder servir bajo sus órdenes.
Muchos jerarcas europeos le cortejaron con sustanciosas ofertas para que mandase sus ejércitos, pero Gonzalo era hombre de una sola palabra. Triunfó en la vida y, al igual que muchos antes y después de él, tuvo que pagar el precio del poder
12 de Octubre; ¡Tierra!
Aquel grito al viento de Rodrigo de Triana, no sólo fue un grito de alivio para una tripulación exhausta, sino el grito de un cambio de época. El abismo se hizo camino, el mundo antiguo y nuevo se hacían uno. “Al mar, se echaron en barcos de espuma con un puñado de soñadores, para darle a la América Dios, luz y nombre”. Occidente entero era el polizón invisible de aquella nao y dos carabelas capitaneadas por Colón y los hermanos Pinzón. De La Rábida salen el Derecho romano, el idioma español, la ciencia y la luz de Evangelio y de las Américas vuelve el Edén en la Tierra.
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Fue el guerrero más noble, más generoso y más puro que haya pisado la tierra. Sus enemigos lo honraron y alabaron con el sobrenombre de Grande, que muy pocos han merecido en la historia. Nació y se crió entre soldados, y la primera vez que aparece en la historia peleaba espada en mano para defender el honor y las vidas de unos judíos conversos. Quiso ser monje, pero el abad lo rechazó porque no era ese su destino. Fue adalid de la frontera y capitán de lanzas en la guerra de Granada. Mandaba y combatía a pie y a caballo, y siempre protegió a sus hombres. Escaló el primero una muralla y estuvo peleando agarrado a una almena. Su buen hacer atrajo la atención de los Reyes que después llevaron nombre de Católicos, que le brindaron su amistad y confianza. El rey Fernando le dio el mando de un cuerpo expedicionario muy pequeño, el primero que salía de España en muchos años, y con él expulsó a los franceses del reino de Nápoles. Vino una paz ficticia, los franceses volvieron a invadir el rearme y Gonzalo volvió a echarlos. Fue amigo de sus amigos, y de sus enemigos; fiel a sus hombres, fiel a sus hombres, a su esposa y a sus reyes. Exhortó al Papa a que llevara una vida ordenada. Regaló un reino a su rey. Por lealtad a su rey renunció a ser rey, y por no servir a otra bandera rehusó las ofertas de Génova, Venecia, del Emperador y del Papa, que lo querían para mandar sus ejércitos. Fue un guerrero elfo y un general excelente. Fue el Gran Capitán.
La Liga de Esmalcalda fue una unión de príncipes protestantes del Sacro Imperio Romano Germánico que se creó en el siglo XVI para defender sus territorios y luchar contra el Emperador y rey Carlos V, defensor del catolicismo frente a la Reforma luterana. Toma su nombre de una ciudad alemana.
Este es “el comienzo” para entender otras guerras posteriores y muy cercanas geográficamente. La solución a medias de este conflicto conllevó, por una u otra vía, que se reprodujeran otros derivados de éste con más virulencia si cabe.
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Presencia histórica española en Norteamérica. Territorios reclamados, puntos de interés y expediciones en los territorios de los modernos Estados Unidos, Canadá y México. También se muestran las principales características de la América Central española y el Caribe español. Se muestran los reclamos y la actividad portuguesa y vasca en el Nordeste, ya que en algún momento fueron incluidos en la estructura política e imperial de la Monarquía de España.
En los últimos días de 1491, la Guerra de Granada llega a su fin. Tras casi 10 años de batallas sin tregua, se conquistaría, por fin, el último de los reinos árabes en la Península Ibérica. En el interior de la ciudad de Granada, el Sultán Boabdil “el Chico” negocia, en secreto, la capitulación del reino Nazarí, cuyo anuncio hará que su propio pueblo se levante en armas contra él e intente sabotear las negociaciones. Descubre como se conocieron Gonzalo de Córdoba, el Gran Capitán, y el último rey de Al-Andalus, y qué papel jugó su amistad en el final de la Reconquista. Disfruta de uno de los hechos más relevante ocurrido en un año que cambió la Historia del mundo.
Fue el guerrero más noble, más generoso y más puro que haya pisado la tierra. Sus enemigos lo honraron y alabaron con el sobrenombre de Grande, que muy pocos han merecido en la historia. Nació y se crió entre soldados, y la primera vez que aparece en la historia peleaba espada en mano para defender el honor y las vidas de unos judíos conversos. Quiso ser monje, pero el abad lo rechazó porque no era ese su destino. Fue adalid de la frontera y capitán de lanzas en la guerra de Granada. Mandaba y combatía a pie y a caballo, y siempre protegió a sus hombres. Escaló el primero una muralla y estuvo peleando agarrado a una almena. Su buen hacer atrajo la atención de los Reyes que después llevaron nombre de Católicos, que le brindaron su amistad y confianza. El rey Fernando le dio el mando de un cuerpo expedicionario muy pequeño, el primero que salía de España en muchos años, y con él expulsó a los franceses del reino de Nápoles. Vino una paz ficticia, los franceses volvieron a invadir el rearme y Gonzalo volvió a echarlos. Fue amigo de sus amigos, y de sus enemigos; fiel a sus hombres, fiel a sus hombres, a su esposa y a sus reyes. Exhortó al Papa a que llevara una vida ordenada. Regaló un reino a su rey. Por lealtad a su rey renunció a ser rey, y por no servir a otra bandera rehusó las ofertas de Génova, Venecia, del Emperador y del Papa, que lo querían para mandar sus ejércitos. Fue un guerrero elfo y un general excelente. Fue el Gran Capitán.
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