Los Tercios, habitualmente relacionados con Tierra, se suben a los barcos para extender su leyenda. Eso genera unas nuevas experiencias que se van a proyectar en el tiempo y que la autora analiza con detalle. Ese detalle hace que esta sea una obra más bien de consulta que posee numerosa referencia y bibliografía.
El análisis de la organización naval de los Austrias entronca con los Tercios, durante el periodo que estos estuvieron activos, y de su análisis, surgen los que luego se llamarán los Infantes de Marina. Herederos de aquellos Tercios que vieron en jornadas como la de Lepanto o de Salvador de Bahía lo útil de estandarizar, profesionalizar y mantener aquella mezcla tan interesante entre la infantería de élite y la marinería.
Es una lectura amena y de fácil asimilación, la de este libro. Siempre y cuando se establezca como base el interés del lector sobre el tema. Un interés que además debería llevar aparejado cierto conocimiento de la época porque hay continuas referencias históricas, necesarias por otra parte, para encajar el hilo argumental.
Pero no se me echen atrás, porque en realidad esa conexión entre tierra y mar, entre continentes y océanos era el día a día de la Monarquía Hispánica en aquellos siglos, así que entender esto es clave para valorar adecuadamente la magnitud de la obra que aquellos españoles protagonizaron durante más de tres siglos.
Ya solo la introducción, en 13 hojas, nos ayuda a esto a la vez que da medida del trabajo de consulta titánico y complejo de destilar, muy bien resuelto, a nuestro humilde entender. Un hilo argumental sereno y bien armado, con poso, de esos que se tejen con el paso del tiempo, la lectura, la investigación y la reflexión.
No exento de afirmaciones que podrían albergar debates: “Felipe III recibe una monarquía sin vertebración (p.51)”, que en todo caso debe ayudar al lector a estar siempre atento y a confiar en sus escritores de referencia pero siempre con ánimo “inquisidor” (confía como comprueba).
Para muestra un ejemplo: En un momento del libro se habla del escorbuto como unos de los grandes problemas de la vida en el mar sin nombrar a fray Agustín Farfán que en 1579 ya publicó sobre cómo tratar esta enfermedad que para los españoles no era un problema (El Galeón de Manila, por poner un ejemplo, cargaba cítricos para evitar esta enfermedad). Y sin embargo sí nombra a James Lind con su tratado sobre esta enfermedad de 1753 y el gran problema que solucionó para la marina real inglesa (¡¡en 1753!!).
No es un libro de exaltación ni de todo lo contrario. De hecho habla de jornadas aciagas (Las dunas, o la Gran Armada), que por otra parte restan valor a lo aportado por los infantes de marina porque no son encuentros donde ellos fueran relevantes. El texto en su conjunto muestra que pese a todas las dificultades (tecnológicas, económicas, logísticas, sanitarias,…) la infantería de marina, los Tercios del Mar, fueron una creación española que ha sobrevivido el paso de los tiempo. Y lo ha hecho porque ha demostrado que sigue siendo útil para la defensa de territorios y mares la combinación integrada de tierra y mar en unos soldados de élite.
Recomendable para… Aquellas personas que gusten del siglo XVI y XVII y de los Tercios, que ampliarán su conocimiento sobre cómo se transformaron en Infantes de Marina. También para aquellos que quieran comprender sobre la complejidad de organizar la defensa global de un Imperio que se repartía por todo el mundo, donde continentes y océanos debían analizarse conjuntamente. Muy bien también como libro de consulta, de búsquedas de referencias sobre el tema y para complementario a otras lecturas, pasadas o futuras.
El Veedor
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