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Peso | 0,60 kg |
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Dimensiones | 4,5 × 0,4 cm |
40,00 €
El astrolabio, considerado como la “joya matemática de la Edad Media”, fue hasta finales del siglo XVII, el instrumento portátil más utilizado en toda la historia de la astronomía. Mantiene vigencia, porque permite entender de una manera clara y sencilla la mecánica celeste y el movimiento aparente de los astros.
Históricamente se admite que su origen está en Alejandría (s. IX). Perfeccionado por los árabes y persas, fue introducido en España, y a través de ésta pasó a Europa Occidental a principios del siglo X.
Altura: 130 mm
Diámetro: 45 mm
Grosor: 5 mm
Hay existencias
Peso | 0,60 kg |
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Dimensiones | 4,5 × 0,4 cm |
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El nombre del Astrolabio proviene de la palabra griega Astro, que significa estrella, y de Labio, “el que busca”. Podríamos traducirlo por “el buscador de estrellas”. Sin embargo, este complejo instrumento tiene muchas otras aplicaciones.
Después de años de estudio e investigación el Dr. L.H.V. ha desarrollado este astrolabio basado en los clásicos. Su precisión y estética hacen de este instrumento, calculado para 50º de latitud, una pieza absolutamente única.
Se trata de un astrolabio planisférico, cuyo desarrollo está basado en el original realizado por Diya´al Din Muhammad (Lahore, 1647).
Las estrellas y otros cálculos se actualizaron para garantizar su funcionamiento. Calculado para 22º de latitud (la Mecca).
La pieza original se encuentra en el Adler Planetarium & Astronomy Museum, Chicago.
Aunque se le conoce como Anillo Astronómico (Annulus Astronomicus), el nombre completo de este instrumento utilizado para saber la hora solar y realizar otras mediciones astronómicas, es Anillo Equinoccial Universal. Su principio es el del Cuadrante Solar Ecuatorial de tipo universal.
Existieron varios tipos de anillos astronómicos, los de mayor tamaño podían señalar la hora al minuto y fueron por mucho tiempo la única manera de saber si los relojes mecánicos funcionaban adecuadamente, sin tener que recurrir a un observatorio astronómico. En esta versión de tamaño reducido la Latitud es fija (40,4º).
Alto: 130mm
Diámetro: 45mm
Grosor: 4mm
Hollywood miente. Es hora de decirlo a las claras. Las fuerzas de la naturaleza y el inmenso y oscuro mar, más que los piratas o los buques de las naciones con los que se mantenían conflictos, fueron los auténticos enemigos de los barcos cargados de tesoros que cubrían la Carrera de Indias, la extraordinaria ruta marítima que unía los territorios de la Monarquía hispánica a través del océano Atlántico.
El 1493 regresó a la Península la expedición capitaneada por Cristóbal Colón, que anunció el descubrimiento de nuevas islas hacia las Indias. La expansión española en ese nuevo mundo fue rápida. A finales del siglo XVI, transcurridos apenas cien años, las florecientes ciudades de México, Lima y Potosí, a la sombra de ricas minas de metales preciosos, tenían más habitantes que las más grandes de Europa.
Desde 1561 y hasta 1748, para llevar suministros a los colonos y luego llenar las bodegas de plata, oro y ricas mercancías de regreso a España, cruzaron los mares dos flotas anuales. Eran barcos del rey, llenos de riquezas de la Corona y de particulares, por lo que su pérdida era una cuestión de Estado. Lo cierto es que, pese a su número, durante dos siglos y medio, no se perdieron demasiados. Éste es el relato de su épico viaje.
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