La figura de Bernardo de Gálvez sirve muy bien para analizar el trato que suelen recibir en España sus hombres más ilustres. Se ha pasado de ignorar todos los aspectos de su vida a convertirlo en un héroe del Olimpo, capaz de los trabajos de Hércules. La memoria colectiva tiende a recordarlo en esas circunstancias de modo extremo, sin grandes matices. No debe ser así.
Gálvez adquiere su justa talla cuando se estudia su vida con absoluta objetividad y eso es lo que se hace en esta ocasión: desde sus inicios en Nueva España, hasta su regreso al virreinato donde fallecería a los 40 años sin olvidar su paso por Norteamérica y el apoyo incondicional que, desde su puesto de Gobernador de la Luisiana, dio a la independencia de los Estados Unidos. Muchos de los sucesos que aparecen en este libro no gustarán a sus seguidores más por! ados. Es más, pensarán que no son ciertos o son fruto de una trasnochada y velada crítica a esa España imperial que intentaba a duras penas resurgir de sus cenizas. No es cierto. Tras la lectura de sus hazañas debemos situar a Bernardo de Gálvez y a su familia en el lugar correcto, y dejar claro lo que fue: un notable militar y político que dedicó su vida a defender los intereses de su patria, España a la que sirvió siempre de la mejor forma posible, pero sin poder separar sus actos de su época y de su tiempo. Nada más y nada menos.
Una centuria en la que el Pacífico, a pesar de los múltiples enemigos que tenía España se convirtió en un lago de su propiedad, sin que esa situación la alterara lo más mínimo cualquier incursión de los corsarios ingleses.
Lo que el lector tiene entre manos va desde el plan español para invadir China a los conflictos en Borneo, Brunei, Camboya, Japón y las islas Filipinas. Un libro de navegantes, exploradores, misioneros y guerreros.
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