Piratas en el caribe
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Imaginemos la paz y la quietud de cualquiera de las muchas ciudades del Caribe español. La guardia, a menudo escasa, apenas vigila los derruidos muros, demasiado caros de reparar, y los habitantes duermen en sus casas en espera de lo que deparará el nuevo día. Pero lo que trae el alba es el rugido de los cañones, las descargas de los mosquetes y el sonido metálico de los machetes y de las hachas de abordaje. Lo que al principio no fue sino otra forma de guerra, el corso, patrocinada por los estados que jugaban al ajedrez fue transformándose, poco a poco, en descarnada piratería.
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Blas de Lezo y Cartagena de Indias
Cartagena de Indias, primera escala de la ruta de la Flota de Indias y principal puerto del virreinato de Nueva Granada, fue siempre un objetivo codiciado por piratas y corsarios. Desde finales del siglo XVII, sin embargo, fueron las armadas enemigas de la Corona española quienes pusieron sus miras en la ciudad. El ataque británico de 1741 fue la mayor amenaza que afrontó la ciudad. Con una opinión pública enfervorizada por el espíritu mercantilista y deseosa de poner fin al monopolio español en América, el gobierno de Horace Walpole envió contra Cartagena la mayor expedición anfibia organizada hasta entonces por Gran Bretaña.
Vernon, un oficial curtido, pero con intereses políticos en juego, tenía frente a sí un verdadero desafío geográfico y climático. Además de los defensores, capitaneados por hombres no menos duchos en su oficio como Blas de Lezo y Sebastián de Eslava –dos fuertes personalidades en pugna–, la difícil orografía de la bahía cartagenera y las enfermedades tropicales que proliferaban en el ambiente jugarían en contra de los británicos. Walpole estaba en lo cierto cuando afirmó que los mismos que festejaban la declaración de guerra a España se vestirían de luto poco después. La batalla de Cartagena de Indias llevó la guerra al continente americano a una escala nunca vista hasta entonces, y su categórico desenlace puso fin de forma definitiva a las ansias expansionistas de Gran Bretaña en la América hispana.

La Armada Española (I) – El Mediterraneo siglo XVI
Las fuerzas navales han desempeñado un papel clave lo largo de la historia de España. En la monarquía de los Austrias, con sus territorios dispersos por Europa y por todo el globo, la armada nacida de la conjunción de las antiguas marinas de Castilla y Aragón fue tanto un vehículo de comunicaciones indispensable entre los distintos territorios como elemento central de la política de los Austrias. El primer número especial de esta nueva serie se centrará en la Armada española en el Mediterráneo durante el siglo XVI para exponer los orígenes de la Armada española y sus principales rasgos,tanto en el plano organizativo -desde la logística hasta la financiación -como en lo relativo a la tipología y las características de la nave de guerra por excelencia del periodo, la galera. Se profundizará,asimismo,en las técnicas de navegación,en las prácticas de combate de las grandes flotas de buques a remo y vela,con el ejemplo de la batalla de Preveza, y en los aspectos mas mundanos de la vida a bordo de marineros y soldados. También se tratará el papel de la gente de remo,los galeotes,a través del estudio de la pena de galeras y su duras condenas.La hoja de servicios de un infante de marina, Jerónimo Pasamonte, aportará,a su vez, una visión cercana e individual sobre la trayectoria militar de los soldados de los tercios embarcados en las guerras contra el Turco.

La Gran Armada y la empresa de Inglaterra
La formidable armada aprestada en Lisboa por órdenes de Felipe II a principios de 1588 parecía destinada a lograr un triunfo de la magnitud de Lepanto, o al menos eso esperaba la Europa católica. Sosegadas las aguas del Mediterráneo con una tregua con el Imperio otomano que se prolongaría en el tiempo, la atención del Rey Prudente se desvió hacia el Atlántico con la revuelta flamenca y la incorporación de Portugal a la Monarquía Hispánica. Inglaterra desde 1558 tenía una reina protestante, Isabel I. La reina Virgen se dedicó durante años, con ahínco, a complicar la vida de la Monarquía de España primero indirectamente y finalmente abiertamente. El plan fraguado por el monarca hispano buscaba deponer a Isabel y devolver a Inglaterra a un catolicismo del que la sacó Isabel. La ambiciosa y compleja planificación y la masiva movilización de hombres, barcos y recursos de toda Europa, no tuvo el premio deseado. Sin embargo, lejos del fracaso decisivo con el que tradicionalmente se asoció la Gran Armada, fue el inicio de una pugna por el dominio de los océanos que llevaría a España a un desarrollo naval sin precedentes. Y a Inglaterra a un hondo agujero durante décadas…


Especial “La Guerra de los Treinta Años”, Desperta Ferro
Título: La Guerra de los Treinta Años. Especial
Autor: Despertaferro Ediciones. Historia Moderna
Caeríamos en un error, los españoles, si pensáramos que la guerra de los 30 años nos fue ajena. En realidad es todo lo contrario. Fue ésta, la guerra de los 30 años y no la de los 80, la que hizo sufrir de verdad a España hasta verse envuelta en aquello que evitaba a toda costa: Una guerra dentro de sus fronteras.
¿Por qué comprarla? La guerra de los treinta años, junto con la I y la II Guerra Mundial, ha sido, seguramente, la guerra más decisiva de cuantas se han desarrollado en suelo europeo. Aunque no fuera una guerra mundial sí lo fue global. La primera de la historia. Conoce todos los detalles tan relevante de este episodio del siglo XVII.
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