Descripción
Altura: 28mm / Diámetro: 84mm
82,00 €
Nuestro homenaje a las astrónomas pioneras. “Urania propitia” (1650), el título de la obra de Maria Cunitz se transformó, gracias a sus sobresalientes logros científicos, en su sobrenombre: “la más cercana a la musa de la Astronomía”.
Al estilo de los compendios, dentro del estuche de carácter renacentista, hay un reloj solar de gnomon abatible, montado sobre una brújula.
Altura: 28mm / Diámetro: 84mm
Peso | 0.3 kg |
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Reproducción de un catalejo de 4 tubos de metal envejecido y recubierto, en el tubo exterior, en cuero al uso de la época. El catalejo es un instrumento característico de la navegación que inició su andadura durante el siglo XVI, convirtiéndose en imprescindible rápidamente.
Se entrega en caja de “madera real” (obtenida del palisandro).
El astrolabio, considerado como la “joya matemática de la Edad Media”, fue hasta finales del siglo XVII, el instrumento portátil más utilizado en toda la historia de la astronomía. Mantiene vigencia, porque permite entender de una manera clara y sencilla la mecánica celeste y el movimiento aparente de los astros.
Históricamente se admite que su origen está en Alejandría (s. IX). Perfeccionado por los árabes y persas, fue introducido en España, y a través de ésta pasó a Europa Occidental a principios del siglo X.
Altura: 130 mm
Diámetro: 45 mm
Grosor: 5 mm
Instrumento náutico utilizado en el siglo XVI. Su uso en la era de los descubrimientos fue esencial para la navegación y el desarrollo de la cartografía.
En este modelo le hemos añadido a la brújula un reloj solar que permite saber la hora de modo inmediato.
Hollywood miente. Es hora de decirlo a las claras. Las fuerzas de la naturaleza y el inmenso y oscuro mar, más que los piratas o los buques de las naciones con los que se mantenían conflictos, fueron los auténticos enemigos de los barcos cargados de tesoros que cubrían la Carrera de Indias, la extraordinaria ruta marítima que unía los territorios de la Monarquía hispánica a través del océano Atlántico.
El 1493 regresó a la Península la expedición capitaneada por Cristóbal Colón, que anunció el descubrimiento de nuevas islas hacia las Indias. La expansión española en ese nuevo mundo fue rápida. A finales del siglo XVI, transcurridos apenas cien años, las florecientes ciudades de México, Lima y Potosí, a la sombra de ricas minas de metales preciosos, tenían más habitantes que las más grandes de Europa.
Desde 1561 y hasta 1748, para llevar suministros a los colonos y luego llenar las bodegas de plata, oro y ricas mercancías de regreso a España, cruzaron los mares dos flotas anuales. Eran barcos del rey, llenos de riquezas de la Corona y de particulares, por lo que su pérdida era una cuestión de Estado. Lo cierto es que, pese a su número, durante dos siglos y medio, no se perdieron demasiados. Éste es el relato de su épico viaje.
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